
“En los días cuerdos…
mi única pena…
es echarte de menos”.
Dejo que recorra la palma de su mano por mi húmeda espalda…
caliente por las gotas de sudor…
que resbalan siguiendo el trazado de mis curvas…
Me quema el contacto de sus dedos…
acariciándome la piel sin un fin establecido...
rozándola con la timidez que transmite el silencio…
con el mínimo contacto permisible que puede crear una caricia…
sintiendo la reacción natural de mis poros…
que intentan captar el mayor grado de sentimiento…
impulsándolo directamente a mi cerebro…
Mis músculos se relajan…
se dejan llevar por los instintos más primarios…
sin preocupaciones…
sin temores…
sin prisas…
la sangre fluye con fuerza hasta el último rincón de mi cuerpo…
Esta es la etapa actual de mi vida…
intentando recordar el sabor de las cosas…
que un día me hicieron sentir algo…
el olor que queda prensado
en sus muslos mojados…
Escucho a “Aroah” y sonrío…
el tiempo se detiene…
A veces lo más sencillo es lo más apreciado…
las palabras espontáneas…
la melodía sincera...
las canciones desnudas…
todo permanece en un equilibrio perfecto…
que se introduce en tu cuerpo como un bálsamo,
y te sumerges en tu mundo…
ese mundo melancólico de palabras tristes…
que te invitan a soñar despierto…
y te dejas llevar…
cierras los ojos…
y vuelves a sonreír…