
Se acaba el año...
un año lleno de sorpresas y cambios...
un año que ha pasado de puntillas...
sin hacer ruído pero con prisas...
cargado de optimismo...
un año que se me antoja irrepetible...
lleno de buenos acontecimientos...
No encuentro un grupo mejor para definir estos doce meses que Belle and Sebastian...,
escucho la canción "Seymour stein" y el tiempo se paraliza...
todas las prisas de mi pensamiento...
se ocultan en una parte del cerebro sin importancia,
esperando el momento final de mi estado de gracia...
y me sumerjo en un mundo de terciopelo...
rodeado de perfectos y simples acordes...
que bailan al compás de los violines, flautas y trompetas...
que me hacen sentir como un adolescente casi infantil...
Acaricio la verde portada del disco...
tan suave al tacto...
que me traspasa con su fragilidad...
que me invita a cerrar los ojos y escuchar...
con ese aire melancólico cargado de fragilidad...
que te hace soñar...
Escucho una canción tras otra...
pequeños cortes que te hacen sentir escalofríos...
que por momentos se convierten en auténticas obras de arte...
escondidas detrás de cuatro acordes que me susurran sentimientos de dolor...
de sueños...
de recuerdos...
de aquel primer amor adolescente...
de ternura reflejada en el contorno de los labios de una mujer...
obras de arte capaces de perdurar en el tiempo...
capaces de perderse eternamente en el limbo...
en un estado de felicidad natural...
Así me siento yo...
en este final de año...